Iván Cabrera
18/11/2024
Reflexiona por un momento: nos encontramos al inicio de una etapa histórica. Por cada persona viva hoy, ya han pasado diez más que vivieron y murieron antes; pero, si la humanidad dura tanto como otras especies promedio, se calcula que por cada persona de hoy, mil vivirán en el futuro. Somos los primeros, los antepasados de millones, y en la escala del tiempo humano, apenas estamos en los primeros pasos de nuestra existencia.
En el mundo, ciertas épocas traen cambios a pasos agigantados; décadas pueden pasar sin mucho cambio, y en otras semanas pueden ocurrir transformaciones que abarcan décadas enteras, como decía Lenin en referencia al fin de la Rusia zarista. Hoy nos hallamos en un momento de estos: un cambio de época que no solo afecta al orden mundial, sino que amenaza con profundizar su crisis debido a la intersección de viejas y nuevas problemáticas.
Este contexto se entrelaza con el desarrollo de las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), promovidas por proyectos como mBridge. Esta iniciativa reúne a instituciones financieras de Hong Kong, Tailandia, China y los Emiratos Árabes, quienes buscan crear un sistema interconectado de pagos transfronterizos. La meta es que estas economías implementen una plataforma de moneda digital centralizada para transacciones en tiempo real y con costos reducidos.
En los últimos años, la economía mundial ha experimentado altibajos notables. La inflación ha alcanzado niveles no vistos en décadas, debido a factores como conflictos geopolíticos, problemas en la cadena de suministro y ajustes de tasas de interés. Si bien algunos expertos lo ven como un ciclo económico, otros opinan que estamos frente a cambios estructurales significativos: la escasez de oferta, la reducción de liquidez de los bancos centrales, la inestabilidad de los mercados y la expansión de las CBDC.
El impacto de estos cambios afecta tanto a personas como a gobiernos, pues la interconexión entre ellos se torna más dependiente de la vigilancia y del control. La capacidad de los bancos centrales para monitorear todas las transacciones realizadas con CBDC permitiría un control inédito sobre la actividad económica de cada individuo. Esto podría restringir la libertad personal, reduciendo la capacidad de decidir libremente sobre el propio dinero, al tiempo que el anonimato tradicional del efectivo queda obsoleto.
Los defensores de las CBDC argumentan que facilitarán las transacciones, promoverán la inclusión financiera y reducirán intermediarios. Sin embargo, no se menciona el riesgo para la privacidad y el control que estos sistemas podrían imponer. Los gobiernos centralizados podrían establecer limitaciones sobre cómo y en qué se puede usar el dinero, alimentando una estructura económica enfocada en el consumo y la deuda, y debilitando la independencia económica individual.
Al final, es esencial que la sociedad comprenda el impacto potencial de estas transformaciones. Nos encontramos en un momento decisivo, en el que la implantación de sistemas como las CBDC plantea un dilema fundamental sobre la libertad y la autonomía en la economía del futuro.
