Iván Cabrera
23/12/2024
Hace nueve años invertí 50 millones de dólares en Apple y Amazon, y esa decisión resultó en 500 millones, multiplicando mi inversión por diez. No fue algo complicado ni me enorgullece especialmente; simplemente identifiqué estas redes digitales cuando la mayoría no creía en ellas y eran imparables. Luego, solo esperé. Me prometí que si volvía a encontrar una oportunidad similar, no solo invertiría personalmente, sino que también involucraría a mi empresa.
Las personas que vivieron la primera década de Bitcoin tienen percepciones marcadas por su volatilidad inicial, pero eso ha cambiado. Ahora, las instituciones han transformado este mercado. Desde marzo de 2020, Bitcoin se ha consolidado como una clase de activo distinta. Su crecimiento sigue un patrón claro: sube un 50%, baja un 25%, y así sucesivamente, avanzando constantemente. Esto se asemeja al desarrollo de un atleta como LeBron James, que pasó de ser prometedor pero inconsistente a convertirse en el mejor en su deporte. De manera similar, la volatilidad actual de Bitcoin es más controlada, lo que no necesariamente es negativo. Sin movimiento, no hay juego.
Las instituciones están estabilizando el mercado, y el capital ahora proviene de grandes aseguradoras y corporaciones con estrategias a largo plazo. Personalmente, no planeo vender mis inversiones en Bitcoin. El mercado ha madurado, y su trayectoria apunta a superar al oro, desmonetizándolo y absorbiendo energía monetaria de activos como bonos con rendimiento negativo.
En una encuesta reciente, el 65% de los participantes indicaron que el dinero usado para comprar Bitcoin proviene de activos tradicionales como oro, bienes raíces y acciones. Esto refleja la pérdida de atractivo de algunos activos en un entorno de inflación monetaria, donde tasas de expansión del 15-25% anual destruyen valor en bonos y bienes raíces. Por eso, invertir en activos escasos como Bitcoin, que considero la mejor propiedad digital del mundo, es crucial. Bitcoin es como un oro digital, diseñado para ser un refugio seguro en un sistema financiero en transformación.
Desde 2020, identifiqué Bitcoin como una red digital con un potencial 100 veces superior al de Google o Facebook. A diferencia de otras criptomonedas, que son inversiones más especulativas, Bitcoin es un activo único, comparado con un banco en el ciberespacio. Su valor ha crecido exponencialmente, pasando de 4,000 dólares a 60,000 dólares por moneda en solo un año. Esto lo convierte en el evento financiero más significativo de nuestras vidas.
Intentar cronometrar el mercado no es la clave del éxito. Grandes figuras como Jeff Bezos y Mark Zuckerberg no construyeron su riqueza negociando; lo hicieron con convicción y paciencia. Las estadísticas muestran que los mayores rendimientos ocurren en días aislados. Perder esos días críticos puede costar la mayoría de las ganancias, lo que resalta la importancia de una visión a largo plazo. Las estrategias basadas en algoritmos y predicción suelen fallar para la mayoría de las personas.
La claridad y la previsibilidad son esenciales para ganar la confianza de los inversionistas. Esto permite que tomen decisiones racionales sobre cómo asignar sus portafolios. Si una empresa es transparente, los inversionistas pueden apoyarla incluso si no comparten su visión completamente. En nuestro caso, estar claramente enfocados en Bitcoin nos permite atraer tanto a quienes confían en su futuro como a quienes desean tomar riesgos calculados.
El entorno regulatorio actual está evolucionando. Aunque traerá desafíos para muchas criptomonedas, será positivo para Bitcoin, acelerando su adopción masiva. La regulación no es un obstáculo, sino un catalizador para que Bitcoin alcance su máximo potencial como el activo dominante del sistema financiero global.
